Alejandro Quecedo, activista de SEO/Birdlife: "Nuestros políticos no son conscientes del nivel de gravedad que va a tener la crisis climática"

Por Mari Navas
Madrid, 31 jul (EFE).- Con apenas 23 años, a Alejandro Quecedo (Briviesca, Burgos) ya le ha dado tiempo a representar a España en la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU), a ejercer como asesor de la UNESCO o a ponerse al frente de la Junta Juvenil de la organización SEO/Birdlife. Pero no solo.
El joven, que estudia un máster en Estudios Ambientales y Filosofía en París, reivindica en una entrevista con EFEverde la actuación local contra el cambio climático, en un contexto en el que los políticos "no son conscientes del nivel de gravedad que va a tener la crisis".
En su opinión, la creencia en las esferas políticas en la actualidad es que la crisis climática "es gobernable" y existe "una renuncia de las reducciones" de dióxido de carbono a nivel mundial "en aras de mantener la competitividad tanto económica como política".
De los pájaros a la COP"El precio a pagar es que no va a haber una mitigación efectiva del cambio climático y la creencia de los políticos que están tomando esta decisión es que esos desastres que van a llegar serán gobernables. Tienen un precio, son miles de vidas, son pérdidas millonarias, pero es un precio que creen que va a ser más barato que perder esa competitividad", asegura.
El activismo de Alejandro comenzó a través de los pájaros, después de que su paso por unos campamentos de verano en las Hoces del Río Riaza hiciera que se interesara más por estos animales y empezara a hacerse preguntas.
Más tarde llegó su conciencia por la crisis ecológica y su activismo, que le llevó a participar en las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el cambio climático y hasta a escribir un ensayo sobre lo que se cocía entre sus paredes.
"Uno tiene la impresión que durante este evento se habla mucho sobre lo que es la crisis climática y la acción climática. Hay muchas promesas, pero a la hora de negociar tratados o una acción contundente, está mucho más limitada", contesta cuando se le pregunta cuánto de verdad y cuánto de espectáculo hay en estas cumbres.
En su opinión, la COP es una espada de doble filo, ya que por un lado se trata de un evento con diálogos "muy valiosos" y, por otro, de reuniones a puerta cerrada con decisiones que se toman "de una forma poco democrática".
"Por el momento, es el único mecanismo que tenemos, pero es insuficiente y desde luego es bastante más exclusivo y mucho más vulnerable de lo que a nosotros nos gustaría a las influencias que puedan tener los lobbies petroleros y las empresas en la toma de decisiones y en los acuerdos finales de los tratados", continúa.
Según explica, en las asambleas no se están tomando decisiones "porque lo que está en juego es ni más ni menos que la hegemonía a nivel mundial", ya que habría que conferir un poder político a una institución que ahora mismo no la tiene.
Virar hacia lo localAnte este contexto, Quecedo apuesta por no esperar a que solo se actúe a nivel global, sino hacerlo de forma local: "Nos corresponde a nosotros desde las localidades, ayuntamientos, etc. hacer también un análisis de cual va a ser el impacto que va a tener el cambio climático en nuestro territorio y prepararlo para que sea resiliente. Y en esto estamos llegando muy tarde".
En este sentido, el joven cree que el cambio climático está poniendo en juego las condiciones ecológicas globales pero también las condiciones de habitabilidad.
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"Realmente lo que está en juego es que en tu pueblo haya agua potable. O que en verano tengas dos meses en los que no vas a poder salir de casa", afirma antes de explicar que hay "muchísimas acciones que se pueden hacer", que van desde la vegetación de los pueblos hasta el cuidado de los recursos hídricos.
Una cuestión éticaQuecedo también considera importante transformar las sensibilidades y la cultura y plantearse la cuestión ética del nivel de involucración personal en cada uno de los ecosistemas.
"Nos enfrentamos a una crisis tan profunda y sus causas son tan estructurales que pensar que está en nuestras manos es un poco naif. Pero sí que es cierto que ahí está la parte ética y nos podemos plantear si queremos participar en un sistema que está destruyendo de forma sistemática la vida", afirma.
Todo ello en un contexto de fatalismo patente en el que hay que asumir que del cambio climático "ya no nos vamos a librar", pero también que "nunca va a dejar de tener sentido" tratar de hacer acción climática.
"Porque insisto, incluso un cambio climático de 2 o de 2,1 grados es una diferencia brutal y realmente merece la pena involucrarse todo lo posible para poder mitigar eso", sentencia.
efeverde